El almacén El Porteño alberga 100 años de historia de Trenque Lauquen. Es, sin lugar a dudas, una de las piezas históricas más valiosas del
El almacén El Porteño alberga 100 años de historia de Trenque Lauquen. Es, sin lugar a dudas, una de las piezas históricas más valiosas del distrito. Está tan cerca que se hace inalcanzable, está tan cerca que parece aislado, como La Porteña ese paraje que es bien trenquelauquense aunque más de uno no sepa de qué estamos hablando, o más bien lo consideren parte del territorio de 3 Lomas.
Pero no, La Porteña es bien trenquelauquense y su reducida población estable infla el pecho cuando habla de su pertenencia y origen. Fue el sueño urbano de una acaudalada familia con el linaje de Justo José de Urquiza, su nieta intentó crear un pueblo; se dibujó el trazado pero nunca despegó. Lo que sí lograron edificar fue el almacén y aunque cueste explicarlo, está de pie y trabaja todos los días.
“El Porteño”, como se llama el almacén, fue declarado patrimonio histórico por la Provincia y por el Concejo Deliberante de Trenque Lauquen y en 2019 cumplirá 100 años. Ingresar allí es como atravesar el túnel del tiempo.
Ya dijimos, está anclado en el paraje La Porteña, fundado en 1911. Hoy queda en pie la estación del Ferrocarril y la Escuela 42 que tiene una veintena de alumnos y que ocupa uno de los edificios más lindos que cualquier establecimiento educativo en el distrito. La población estable se calcula entre 10 y 12 personas y en verano son más por los apicultores que se radican.
El Porteño Foot Ball Club fue el club de los bailes y fiestas décadas anteriores. Ahora un grupo de vecinos intenta ponerlo de pie nuevamente. La gente empuja para que los años y el olvido, no ganen terreno.
Emilse Mangas y Edgardo Vagliente, son los propietarios del almacén. Pertenece a la familia desde 1948, pero su construcción comenzó en 1917 y culminó en 1919. “Mi suegro tenía la misma edad que el almacén, entro a trabajar a los 12 años” en 1948 el propietario se lo dejó a su empleado y en 1950 nació don Edgardo que hoy está al frente. No le gustan las cámaras pero dice que sólo se irá de allí con los “pies para adelante”.
Emilse nació en La Porteña, fue a la escuela del lugar y vivió toda la vida allí. “Gracias a la ruta que nos ayuda mucho porque le da vida al paraje”, dice. Recuerda que cuando el tren dejó de correr fue el capítulo final para la población que había sufrido antes dos episodios duros: la ley de desalojo de Onganía “hizo que se fueran 30 familias” y la inundación de 1986.
“Me gustaría aunque sea quedara así como está, será muy difícil, la única esperanza es que vuelvan a pasar los trenes y que haya más vida”, dice Emilse.
Los vecinos
Gladys Boero es una de las vecinas estableces. Es docente rural aunque no da clases en la escuela del paraje, y se reconoce como fanática de La Porteña “yo tengo la camiseta puesta” dice y reconoce que “le molesta” que algunos confundan el paraje como parte del distrito de Tres Lomas “somos de Trenque Lauquen”. Su ubicación en la frontera distrital presta a estas confusiones.
“Quizás la culpa es nuestra que no hacemos más marketing. Algo estamos haciendo mal seguramente para que la gente se confunda”, dice.
Las entrevistas transcurren dentro de El Porteño, dónde más podría ser. En un viejo mueble que tiene nada más que 99 años, ganan terrenos unos almanaques originales de Molina Campos de 1930. Es que caminar allí, es como andar entre la historia misma.
Pero sigamos con Gladys. “Cuando yo era chica había más gente en La Porteña, estaba más poblada y ahora la gente va y viene de los pueblos no duerme en los campos, pero aún conserva ese no sé qué que tienen los parajes rurales, cuando la gente viene no se quiere ir por el trato que le damos”.
A ella le gustaría “que fuera más reconocida, somos realistas que los tiempos cambiaron y que no hay oportunidades para los jóvenes”.
Entonces la entrevista comienza a finalizar y hablamos de una anécdota que dijimos “no va a estar en la nota” pero cómo dejarla afuera. Es que Gladys es una de las últimas reinas de los bailes de La Porteña. Era tradición en ese momento la realización del baile aniversario del club en junio e iban vecinos de todos lados, esa noche se elegía la reina, y a principios de los 80 esa selección recayó en ella. Una historia que hoy recuerda con sonrisas y aclara que el club está organizando nuevamente bailes regionales, con la intención que todo vuelva a ser como era antes, cuando el auge y la prosperidad era una oportunidad que estaba latente. Quizás nunca sea tarde para alimentar ese sueño.