Marilauquen quiere seguir creciendo

Marilauquen quiere seguir creciendo

Marilauquen es un paraje rural cercano a la ciudad cabecera. Es la zona desde la que se extrae el agua potable que llega por red a nuestras casas, y e

Marilauquen es un paraje rural cercano a la ciudad cabecera. Es la zona desde la que se extrae el agua potable que llega por red a nuestras casas, y es un lugar cargado de historia de familias tradicionales de nuestro distrito que más de un siglo después siguen vinculadas al mismo lugar.

A diferencia de otros parajes rurales de Trenque Lauquen o de la región, Marilauquen quiere volver a ser lo que fue, quiere seguir creciendo. Cuenta con una población estable de unas 10 familias, todas asociadas a la actividad agropecuaria de la zona, y una escuela pujante a cargo de la directora Vanesa Franco.

La historia oficial de Marilauquen marca que la estación del FFCC fue fundada en 1898 y que Celedonio y Eulogio Pereda construyeron un galpón al lado de la estación para depositar cereal y así integrarse al modelo agro exportador que se afianzaba en el país y del cual esta zona no podía quedar afuera.

Pero la historia comienza antes que el Ferrocarril, y nosotros la vamos a conocer de boca de un testigo presencial, don Ignacio García, nieto de Ermeregildo García Sanz, que en 1884 escrituró un campo en esa zona. Ermeregildo era un inmigrante que había trabajado en la industria de las telas y por consejo de sus amigos, la familia Pereda, adquirió las tierras. Los García, los Pereda y los Prado contaban con tierras en ese lugar y aún hoy sus descendientes continúan con explotaciones productivas en ese lugar.

Ignacio tiene una gran lucidez y recuerda su llegada a Marilauquen en la década del 40. Su abuelo había comprado las tierras, pero su padre había retornado a España de la que se fue con el advenimiento de la guerra civil en ese lugar.

En la década del 40 el lugar era una colonia con lotes subdivididos que administraba el Banco de la Provincia. “Era un paraje que tenía un almacén muy importante de la familia Galán Barzia, padre de Jorge Galán que fue intendente de Pellegrini; había una herrería de los hermanos Achaerandio y la carnicería de Paulino García”.

Su abuelo compró el campo “y edificó la escuela, un edificio que aún se mantiene en pie, mis nietos estudiaron ahí” recuerda Ignacio. También menciona cuando era chico salían a pasear a caballo “por los médanos de la colonia, buscábamos flechas de indios y platos de piedras que eran de los indios que habitaban en la zona e íbamos hasta Bocayuva”.

La escuela a la que hace mención Ignacio García es la Escuela Nº 10 “Antártida Argentina” que fue inaugurada el 16 de julio de 1912, que hoy tiene 35 alumnos y es el corazón del paraje que además cuenta con viviendas industrializadas donde viven trabajadores rurales, y tanto el viejo edificio de la escuela y la estación están ocupados también por trabajadores de la zona.

“En los años que los trenes funcionaban, el paraje tenía mucha vida; era un programa ir a ver el tren cuando volvía de Bocayuva, era una salida, nos juntábamos los vecinos del paraje, y teníamos las tertulias en el almacén”. La memoria es selectiva y este vecino que ahora reside en Buenos Aires  se queda con algunos flashes del aquel entonces durante su relato. “Llegaban las jaulas para cargar la hacienda y se organizaba el arreo y se llegaba a la estación, había días que cargábamos hasta 200 animales, los perros nos ayudaban y subían de una sola vez”. La economía nacional crecía y las comunidades rurales se desarrollaban “el movimiento de carretas, las famosas chatas que tenían ruedas de dos metros de diámetro con unas llantas anchas, era muy alto; el movimiento de los galpones era colosal se llenaban de trigo y centeno”. También dijo que la actividad más importante era el ganado lanar.

Los trenes de pasajeros pasaban “casi todos los días y cuando dejaron de funcionar el paraje se vino abajo, el almacén se vendió a la firma Tamagnone y luego cerró”. Ignacio recuerda nombres. El responsable de la herrería, la carnicería, la “familia Souto era la encargada de los galpones, Don Varella tenía a su cargo el mantenimiento del camino de La Zanja a Marilauquen” no existía la ruta 5 y de Santa Rosa a Buenos Aires se circulaba por el costado de las vías. Hubo un destacamento policial y una estafeta postal.

“A pesar del éxodo la escuela siempre funcionó y eso le da vida al paraje, la escuela tiene el mérito de enseñar a los niños de la zona y estamos todos muy agradecidos”, dice Ignacio y cierre el diálogo: “Nunca mejor dicho el dicho andar sobre rieles, la Argentina andaba sobre rieles con el ferrocarril y así se hizo grande”.

Presente

Hoy, a 40 años del levantamiento del servicio de trenes, la comunidad no se resigna y busca crecer. Jessi Borla es una maestra rural y vecina de la zona. Participa del  grupo CRECER que busca fortalecer las comunidades rurales.

“La veo como una comunidad comprometida y activa y la escuela es el corazón del lugar. La escuela tiene 35 alumnos y el jardín 10 ó 15, nosotros creemos que le hace falta la escuela secundaria porque los chicos de acá se van a escuelas albergues y le cambia mucho la vida a las familias”.

La docente destacó el trabajo que se viene haciendo para fortalecer las comunidades rurales y el aporte del Municipio que dictó este año el curso de Madre Emprendedora con el que se facilitó la creación de nuevos microemprendimientos, a los vecinos de este lugar.

Marilauquen desafía su destino, no cree que existan sentencias sobre los parajes rurales y pequeñas poblaciones y quiere seguir escribiendo su propia historia en grande.