Cuando se escriban los libros de historia política trenquelauquense habrá algunos capítulos especiales para la figura política del Dr. Miguel Fernández que ayer dibujó párrafos destacados al término de la elección.
Uno de ellos es que igualó una marca que sólo ostentaba el mítico Dr. Jorge Barracchia desde la recuperación de la democracia. Ningún intendente antes había sido electo dos veces, sólo el recordado cirujano (en realidad él obtuvo 5). En otras palabras nadie había logrado la reelección. Tanto Juan Carlos Font y Raúl Feito, completaron mandatos y luego se presentaron como candidatos, pero cuando fueron a revalidar sus propios pergaminos perdieron la contienda.
Y otro dato no menor es la cantidad de votos que obtuvo. Sorprendiendo a propios y extraños. Cifras superiores al 60% también lo posicionan en un sendero que sólo Barracchia pudo transitar.
Hay una frase que le gusta repetir a Miguel Fernández entre sus allegados más cercanos. “Tengo la mitad del cerebro que piensa en clave peronista y la otra mitad en clave radical”. Ese “equilibrio” cerebral –quizás- pueda explicar cómo capeó un tembladeral que se llevó puesto ayer a varios intendentes de Cambiemos que llegaron con la ola amarilla en el 2015 y fueron pasados a retiro 4 años después.
Pero hubo un tiempo en el que ese fifty/fifty 50/50 que dice le da equilibrio, pareció naufragar y por algún motivo (pareció más bien un pedido de altas esferas) se subió a la grieta que tanto empeño había hecho por suturar y se embarcó en una cruzada en la que no supo moverse. No es un dirigente para el cuerpo a cuerpo, no le suma nada vociferar ni montarse en cólera. Nadie lo quiere en ese papel que mostró antes de las PASO y que supo revertir de cara a las elecciones generales, advirtiendo que estaba caminando arenas movedizas.
Fernández es un conciliador, dialoguista. Esa es su genética y no hay motivos para abandonarla. También es un estratega. Parte de eso explica la elección en 30 de Agosto, un reducto históricamente esquivo a la UCR, pero supo mover las piezas y cambiar un destino que parecía cantado. La designación al frente de esa ciudad de dos funcionarios de carrera, pero con origen peronista fue una medida que no todos en su entorno miraron con buenos ojos, pero con el diario del lunes hay que decir que fue una decisión clave.
El triunfo es asignable más a logros propios que a defectos ajenos, porque la oposición jugó en esta a la unidad y dio señales serias de un intento de coagulación interna. Como si fuera poco, el fuego amigo reapareció con un nuevo portazo de Claudio Figal a la bancada de Cambiemos el día después de las PASO y el gobierno nacional y provincial emprendieron una retirada con una notable falta de pericia para sortear obstáculos y con todos los indicadores económicos negativos.
A diferencia de 2015, aquí no hubo arrastre, ni viento a favor. Por el contrario, Fernández jugó al solitario, y obtuvo mejores réditos que en la elección anterior. En síntesis, sin plata de arriba, incluso admitiendo dificultades financieras propias; con una boleta pesada y difícil de digerir, con problemas internos en su partido y frente una oposición unida, sacó su mejor versión.
Hay una frase que sobrevuela hace varios días y dice que a Fernández le costará gobernar con gobiernos centrales de otro signo político. Sólo el tiempo tendrá esas respuestas, pero ayer demostró que su figura no admite imposibles. Por el contrario, algunas de las medidas adoptadas por Cambiemos a las que no pudo decir que no por disciplina partidaria le jugaron en contra. Entre ellas: eliminación del fondo sojero o afectación del 40% del presupuesto del Fondo Educativo, que le sacó la plata de los jardines maternales. Si se busca dónde están los recursos que le faltaron en el final del mandato, es fácil encontrarlos. Menos recursos y más obligaciones, fue la ecuación que la Provincia entregó a las Comunas.
Sin el corsé de la disciplina partidaria quizás encontremos a un Fernández con más autonomía y mejor plantado ante la Provincia y la Nación. Haciendo gala de su carta de presentación que dice que ante un escenario adverso, muestra su mejor versión.