Johanna Charlier, agente de tránsito: “En el control de los accesos sentíamos miedo como todos”

Johanna Charlier, es una de las integrantes del plantel de inspectores de tránsito de la Municipalidad. Hace 9 años que forma parte de ese equipo, y hace un año cuando se desató la pandemia vivía junto a sus padres y su pequeña hija Umma, pero para preservar la salud de…

Johanna Charlier, es una de las integrantes del plantel de inspectores de tránsito de la Municipalidad. Hace 9 años que forma parte de ese equipo, y hace un año cuando se desató la pandemia vivía junto a sus padres y su pequeña hija Umma, pero para preservar la salud de su padre que es factor de riesgo, se mudó hace un tiempo y mantiene cierta distancia de sus afectos.

Sabe que el suyo es un trabajo de riesgo que la lleva a tener contacto con vecinos infectados y y que la posibilidad de contagio está al alcance de la mano, aunque aclara que desde el inicio del coronavirus nunca hubo un agente de tránsito infectado.

“En aquellos días cuando nos dijeron que teníamos que estar en el acceso nos dio miedo, nos decían que íbamos a tener que controlar a las personas que ingresaban a la ciudad. No se sabía mucho sobre la enfermedad y entonces teníamos miedo, cumplíamos turnos de 12 horas a la intemperie”.

Los retenes en las entradas de la ciudad se mantuvieron durante varios meses. “Algunas personas nos trataban bien, hasta nos acercaban café y comida pero otros se molestaban porque los parábamos todos los días” por turno, contó, controlaban unos 3 mil autos. Pero su tarea no se redujo a ello, también tenían que controlar los montículos de tierra los que muchos cruzaban y rompían para entrar a la ciudad sin ser vistos.

“Desde el comienzo de la pandemia, vamos al domicilio y corroboramos que las personas estén haciendo el aislamiento. Se tienen que asomar a la ventana y nosotros lo verificamos, si necesitan algo nos dicen. No siempre la gente nos trata bien, a veces dicen que están durmiendo y tenemos que volver varias veces en el día, también hemos visto casos de gente que deja el aislamiento para irse a trabajar y entonces tenemos que radicar una causa penal”.

Pero eso no es todo, también les tocó desarticular fiestas clandestinas y encontrar en las mismas “vecinos a los que ese mismo día visitamos en su casa para ver si cumplían el aislamiento. Eran positivos y estaban en fiestas clandestinas” reveló.  

Es madre de Umma de 6 años y se mudó con ella a un departamento. Dejó la casa de sus padres “porque mi padre es enfermo cardíaco” en los primeros días “llegaba de la calle y me tenía que cambiar la ropa antes de entrar”. Hoy, con el rebrote “el miedo siempre está. Nuestra misión es reiterar el concepto del cuidado y de respeto de protocolos. A veces la gente no valora el trabajo que hacemos que es de prevención. Queremos, como todos, que menos gente se enferme”.

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