“Es lo que me hace más feliz. Nunca me sentí tan llena en mi vida, encontré mi vocación lo que quiero hacer” dice del otro lado del teléfono con fresc
“Es lo que me hace más feliz. Nunca me sentí tan llena en mi vida, encontré mi vocación lo que quiero hacer” dice del otro lado del teléfono con frescura en su voz y un entusiasmo desbordante Agustina Córdoba una ingeniera agrónoma de 27 años de América, partido de Rivadavia, que debería indudablemente liderar un ranking de nuevos emprendedores.
En tiempos de la tecnología 4.0, de la robótica, la era digital y cuando un altísimo porcentaje de los nuevos emprendimientos giran en torno a las aplicaciones y la era del conocimiento, Agustina que en realidad es de Bahía Blanca y lleva radicada en Rivadavia sólo 3 años, propone un camino inverso: apostar por la producción primaria en un nicho difícil: tambo de ovejas, y completar el ciclo productivo con la manufactura de queso. Todo un desafío.
Como si el camino no fuera fácil de transitar, Agustina Córdoba le agregó algunos obstáculos más. No tiene un campo ni predio propio. En el inicio, alquiló un lote en el sector extraurbano pero los continuos robos le hicieron bajar el emprendimiento y empezar de cero. Ahora encontró un nuevo lugar donde está montando una estructura que quiere sea desmontable y que la encuentre lista para la primavera, el momento de producción.
Convencida que los sueños están para ser cumplidos, esta ingeniera agrónoma vio como su vida cambió sustancialmente cuando en 2016 ganó una beca de estudio del Ministerio de Agroindustria para hacer un intercambio con Francia. Allí en el sur francés, en el clima húmedo y melancólico de la zona rural cercana a Montpellier, conoció el tambo ovino y la fabricación de quesos. Fue un amor a primera vista, un sueño a cumplir que no se pudo sacar más de la cabeza.
En toda la provincia de Buenos Aires sólo hay una docena de tambos ovinos. Esta producción asociada a la elaboración de lácteos derivados de la leche de oveja posee grandes posibilidades de desarrollo en Argentina y una rentabilidad potencial atractiva. Por sus características es además un lugar clave para unidades económicas de tipo familiar y existen múltiples estímulos como créditos, asesoramiento de marketing y otros aspectos, aunque hasta ahora no tiene un gran desarrollo. En Trenque Lauquen y Pehuajó existen grandes explotaciones de este rubro, de la mano de las familias Lattesa y Grene, respectivamente.
Su vida
Pero volvamos a la vida de Agustina. “Cuando obtuve la beca no tenía nivel alto de francés, entonces me mandaron primero a conocer la explotación en el tambo. Vivía allí con 16 franceses que ninguna hablaba español, así que aprendí rápido el idioma”, recuerda en la charla con OESTE BA. El lugar que visitó era el equivalente a una estación experimental del INTA en Argentina.
“En ese momento lo pasé muy bien y conocí mi vocación, fue casualidad caer ahí, pero era muy feliz, era lo que me gustaba. Ahí me di cuenta que esa era mi vocación y lo que quería hacer en vida”. Su padre, siempre se dedicó la cría de ovejas en Bahía Blanca, pero ella cambió el aire en diciembre de 2016 cuando una empresa agronómica la contrató en América.
Esa oportunidad laboral fue clave para radicarse en la región, pero pronto dejó el empleo porque sentía que la producción ovina la estaba llamando. “Empecé con el tambo de ovejas de a poco, pero no podía dejar todos los trabajos porque necesitaba el dinero, así que a la mañana hacía el tambo y a la tarde monitoreo de campos privados” hasta que montó su estructura, adquirió los animales y se embarcó en su propio sueño. “Nunca me sentí tan llena, tan feliz”.
El tambo funcionó en un predio a 6 kilómetros de la ciudad, pero ella y su esposo no podían estar todo el día allí. Así que los amigos de lo ajeno comenzaron a convertir en una pesadilla su sueño inicial. “Armamos todo desde cero pero tuvimos sucesos desafortunados”, dice con resignación. De todos modos, con lo producido llegó el momento de hacer el queso.
“La producción ovina en Argentina no está muy desarrollada, no hay feedlot porque tampoco hay un mercado que valore las partes trozadas de cordero, ante la falta de demanda el mercado no se termina de desarrollar, de todos modos hay un plan ovino que fomenta mucho la producción desde la promoción de la carne y los productos derivados, y ayuda a los productores en temas sanitarios, financieros y otros”, dijo.
La producción se concentra en primavera y verano, señala del otro lado del teléfono, por lo que el tiempo ahora no es su aliado. “Nos surgió la posibilidad de traer las ovejas a un campo y armar toda la estructura nuevamente, queremos llegar a las 200 cabezas. Estoy en una etapa de reconstrucción del proyecto. Hicimos los corrales, los alambres y ahora estoy en vías de hacer las conexiones eléctricas y las tarimas de ordeñe. No es fácil, tengo 27 años, no tengo campo propio, no es una de las producciones con más mercado, hay muchas dificultades pero yo tengo mucha esperanza” dice.
Producción y venta
El mercado fuerte son los derivados, como el queso o el dulce de leche. Con la primera producción hizo 45 kilos de queso, que compraron más de 100 vecinos en América. “Sin estructuras, sin marketing, ni publicidad lo vendí, con el boca a boca”. (Ver aparte).
“En la provincia hay familias con tambos medianos que ordeñan y producen el queso en el mismo campo, entonces ahí es una unidad económica interesante no es mi caso, yo no vivo en el campo y necesito hacer escala para pagar los costos fijos que tengo. Pero el tambo ovino se puede adaptar al estilo de vida que uno quiere tener”, aclara.
“En los próximos años habrá un desarrollo de la actividad ovina, la inversión inicial es baja y te permite tener una escala accesible para alguien que quiera iniciarse en una unidad productiva, hay créditos y asistencia técnica entonces son varias causas que van fomentado la producción”, pronostica.
“Quiero que realmente esto funcione, lo voy a seguir intentando hasta que mi cuerpo diga basta, mi corazón siempre me dice que siga, esto me apasiona y siempre tenés posibilidades de crecer. En América encontré mi lugar, tengo la posibilidad y me quiero quedar”.
Un queso tipo gourmet
En su relato agradece a la familia Lattesa de Trenque Lauquen y Grene de Pehuajó que la ayudaron desde el primer momento, y a la fábrica láctea Chatalac SRL de Rivadavia que lleva 25 años en el rubro, propiedad de Hugo Chiatellino.
“Una vez que hicimos el ordeñe teníamos que hacer el queso y yo no tenía experiencia. Hugo me ayudó mucho, estoy muy agradecida. El queso de oveja en Argentina es un queso gourmet, una textura distintas, no es tan elástico como el queso de vaca, se usa en generalmente en restoranes y lugares de cocina. En el mercado cuesta 750 pesos el kilo. El que yo hago es un tipo pecorino lo podes rallar, mezclar en ensaladas, comer en picadas, es como un sardo del tambo de vacas”, dijo.