Clarín hizo «una escapada por boliches de campo y parajes rurales de Trenque Lauquen”

Clarín hizo «una escapada por boliches de campo y parajes rurales de Trenque Lauquen”

Una estación por la que ya no pasa el tren, una casa que solía ser del cambista (personal ferroviario), una escuela y el almacén de campo. Eso es todo

Una estación por la que ya no pasa el tren, una casa que solía ser del cambista (personal ferroviario), una escuela y el almacén de campo. Eso es todo lo que hay en Lértora, un paraje rural, ubicado en el partido de Trenque Lauquen. Un lugar tranquilo, tal vez demasiado, pero que cada vez logra tener más visitantes.
En plena pandemia, María Inés Campelo y su marido, Guillermo González, se mudaron de la ciudad cabecera a este pueblito, donde tenían el viejo almacén que hacía 5 años que estaba cerrado al público.
Campelo decidió revivir las viejas épocas de “El Oriente”, como en verdad se llamaba “El boliche de Lértora”, un almacén que data de 1924, y reabrir sus puertas.
Con el piso de madera, estanterías que llegan hasta el techo y están repletas de botellas, un mostrador antiguo, muebles donde se exhibían los productos que se vendían a granel y una balanza de época, mantiene todo el espíritu de los años de oro de este paraje.
También hay carteles de chapas con inscripciones como “Pulpería” o “Por orden del señor comisario se prohíbe entrar armado y con sombrero al despacho de bebidas”. Detalles que trasladan al visitante a varias décadas atrás.
“Apenas lo abrí, traje las cosas indispensables que pudiera necesitar la gente de la zona, como yerba, harina, tabaco y todos los productos de almacén. Pero ahora, los fines de semana sumamos almuerzo y entre semana hay eventos como reuniones o festejos de cumpleaños”, explica Campelo, sobre su proyecto, el cual le devolvió la vida a este paraje.
Asado, empanadas, flan con dulce de leche y unos ricos pastelitos son algunos de los platos que ofrecen. Y por supuesto, la guitarra no falta. Siempre aparece alguien con ganas de tocar el instrumento y cantar.
Si bien a El boliche de Lértora se lo puede visitar de manera independiente siempre que sea con reserva, desde el proyecto Crecer comunidades rurales, un trabajo de INTA junto a otras organizaciones de Trenque Lauquen, se realizan visitas a diferentes partes del partido y Lértora es parte de su catálogo.
“Este proyecto está pensado para trabajar con personas que viven en el campo o en pequeñas localidades rurales del partido para darles desarrollo. Trabajamos con mujeres, jóvenes, familias, dándoles la posibilidad de estudio”, dice Virginia Roca, ideóloga y fundadora de Crecer.
“Entre todos los objetivos que tenemos, uno es la recuperación de los lugares que son patrimonio histórico y cultural. A fines de 2021 empezamos a hacer visitas guiadas pilotos a los distintos lugares, almacenes de campo, parajes rurales”, agrega.

Crecer ofrece diferentes salidas. Además de las de a pueblos como Lértora, La Porteña, Beruti y Girodias, también organizan actividades de turismo naturaleza como observación de aves y reconocimiento de flora y fauna nativa.
Las excursiones se anuncian a través de redes sociales y es necesario reservar. Dependiendo del circuito, rondan entre $ 2.000 y $ 2.500.
La Porteña: otra de las propuestas
En comparación con Lértora, La Porteña es un pueblo grande. Son 8 los habitantes estables y, entre noviembre y diciembre, se suman las familias de los apicultores, que llegan a la zona a trabajar, y se quedan hasta febrero.
Si bien la población es escasa, la empresa Cargill mantiene con movimiento este lugar. “El éxodo del campo ha sido terrible. En 2005 vino Cargill a acopiar cereales y hoy nos da de vivir porque los camioneros comen en todos lados y nos compran muchísima mercadería. Si no hubieran venido, sería muy difícil vivir en este paraje, esta ciudad hubiese muerto”, reflexiona Emilse Mangas, vecina de La Porteña.
Ella es dueña del almacén El Porteño, que está en pie desde 1919, y es uno de los cuatro sitios con oferta gastronómica. “En La Porteña no hay gente, pero sí comedores, nadie se va a quedar con hambre”, dice entre risas.
En El Porteño, que perteneció a su suegro, Ernesto Vagliente, años atrás, se vendían palos, varillas, combustible, carbón, leña, vino que llegaba en tren desde Mendoza y también funcionaba como banco. Era un auténtico almacén de ramos generales.
Hoy, el lugar sigue recibiendo clientes. Funciona como almacén, con productos para el hogar, y se ofrecen picadas, que se pueden comer ahí. El Porteño abre de 8 a 12, corta durante el horario de la siesta, por supuesto, y retoma de 16 a 22.
“El almacén está tal cual como en 1919. Están las estanterías típicas, bajamos la mercadería con escalera y lo que no es perecedero o no se rompe, lo alcanzamos con una caña, lo enganchamos. Está tal cual”, cuenta Mangas.
El Porteño fue declarado Patrimonio Histórico del partido de Trenque Lauquen en 2013 y, un año después, fue nombrado Patrimonio Cultural por la provincia de Buenos Aires. “Esto quiere decir que cuando nosotros no estemos, como no tenemos hijos, esto quedará como museo o funcionará de alguna otra forma”.
Otra de las opciones para comer es el Destacamento policial, que funcionó hasta el año 90. Ahora, el edificio está habitado por un hombre que ofrece servicios de gastronomía y organiza eventos.
En el Club La Porteña y en la estación, donde hasta antes de los 90 llegaba el tren con pasajeros desde Buenos Aires dos veces por semana, también se puede comer algo rico.
Para completar el paseo por La Porteña, hay que visitar la capilla y la escuela con su hermoso estilo colonial.

Nota Clarín
Fotos OESTE BA