Una máquina de coser, que Silvana compró cuando dejó su último empleo, fue la llave que le terminó abriendo las puertas al mundo, y no todo es literal
Una máquina de coser, que Silvana compró cuando dejó su último empleo, fue la llave que le terminó abriendo las puertas al mundo, y no todo es literal en esa frase. La historia no es tan lejana, es bien reciente y contemporánea para esta emprendedora de Rivadavia que comenzó haciendo las mochilas para sus hijos en el jardín, y ahora tiene un mercado en EE.UU. para sus producciones.
La de Silvana Rodríguez (41) es una parábola que se escribe sobre la base de las oportunidades que emergieron sin que las fuese dibujando, y al término del camino abrió un panorama muy alentador para su pequeña producción textil, guiada como un proyecto emprendedor a través de la Oficina de Emprendedores de la Municipalidad de Rivadavia.
Con el mercado interno por el piso, y la notoria ventaja que aporta el tipo de cambio, todo aquel capaz de producir bienes con destino a algún rincón del planeta tiene una oportunidad. Silvana es una de ellas, aunque casi no lo sabía hasta hace pocos días. Su historia con la producción textil comenzó hace un año y el crecimiento fue geométrico.
En realidad el tiempo es mayor. Su relación con la máquina de coser tiene un par de años y fue un amor a primera vista cuando se le terminó el contrato con la empresa para la que la trabajaba, y entendiendo que tendría más tiempo para su hogar y sus hijos, decidió agregarle un hobby y compró una máquina para coser, aunque no tenía ninguna experiencia en el tema.
“Comencé haciendo cosas para regalar, luego me empezaron a pedir cosas para vender” dice Silvana consultada por OESTE BA. Su producción se centra en carteras, mochilas y otros artículos similares en cuero ecológico y distintas telas. Trabaja sola, sin empleados.
Fue empleada municipal y trabajó para un laboratorio agropecuario, y cuando comenzó en el mundo de la costura lo hizo confeccionando los trajes para los actos de la escuela, las mochilas, los bolsos y las cosas que necesitaban sus hijos “me di cuenta que sabía y de a poco fui haciendo cosas”.
A sus productos que hacía para regalar le agregó otros que dejaba en consignación en comercios de América y otros que directamente vendía “hasta que Lucrecia Servini de la Oficina de Emprendedores me llevó y me hizo ver el lado económico para hacer un emprendimiento”.
En ese momento el hobby se transformó en una salida laboral “cuando entré a la Oficina de Emprendedores, me fueron llevando, conocí a la gente del curso de emprendedores, conocí a Marcos Lavandera que dicta los cursos sobre emprendedurismo y se fueron dando las cosas. Eso fue aproximadamente hace un año”.
Inicialmente la venta fue exclusivamente en América “la gente lo recibió muy bien, lo piden y les gusta, son productos personalizados porque piden una mochila con determinado dibujo, más liviana o reforzada, para la PC o para la carpeta y hay algunos productos que salen más en serie como de equipos de futbol”.
Al mundo
De manera paralela algo se estaba gestando. El origen fue las redes sociales y un contacto en EE.UU. dedicado a la industria pesada que afectado por la guerra comercial entre China y el país del norte, recurrió a la Argentina en búsqueda de proveedores de acero y le pidió gestiones locales que Silvana cumplió. Ello le permitió ingresar a un círculo empresario que –en menor escala- vende productos por plataforma virtual en una Universidad y había lugar para sus productos.
“No nos conocemos personalmente, sólo a través de las redes sociales. Necesitaban una gestión en Argentina que la hicimos y conocieron los productos que yo hacía. Primero envié una mochila personalizada que me compraron, fue bastante difícil generar el envío y como les gustó y entendieron que allí se podría vender en el mercado universitario a través de plataformas que allí están muy desarrolladas acordamos un envío que concretamos días pasados”.
Si bien la operación es una exportación, en términos formales no lo es porque Silvana aún no está inscripta para poder hacerlo, trámites que ahora iniciará a través de Exporta Simple, una plataforma del gobierno nacional que permite a PyMEs y emprendedores vender productos a cualquier parte del mundo sin n sin necesidad de realizar trámites adicionales y de estar inscriptos en el registro de exportadores e importadores. A través de este régimen simplificado, las empresas pueden exportar bienes que no deben superar los u$s 15 mil para cada operación y con un tope anual de u$s 600 mil.
Según datos difundidos este mes, de las 1.100 Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs) que utilizaron la plataforma para 485 de ellas fue su primera exportación.
“No soñaba con este destino, me llamaba la atención que a alguien le gustara lo que yo hacía, nunca me imaginé que pudiera vender las cosas y menos fuera del país. De acuerdo a lo que estuvimos analizando en el mercado estadounidense no hay valor agregado de tipo artesanal, como hecho a mano, sino que todo es industrializado por eso cobra valor este tipo de cosas”.
Luna Bonita
“Se puede llegar a vivir de lo que a uno le gusta, esto lleva mucho tiempo así que te tiene que gustar” dice Silvana Rodríguez.
Su empresa se llama Yasi Porá (luna bonita) “quería un nombre que tuviera que ver con las raíces y una amiga me dio la idea y la tomé”.
A lo largo de la charla destaca el acompañamiento de la Oficina de Emprendedores y que su caso es una imagen en la que muchos pueden reflejarse para iniciar un camino emprendedor.
Silvana está casada con Miguel y tiene 5 hijos: Matías (17), Oriana (14), Claus (13), Lola (3) y Nahuel (2).