Día del Cerealista: Néstor Ricardo Loza, un nombre con historia

Día del Cerealista: Néstor Ricardo Loza, un nombre con historia

Hoy es el "Día del Cerealista". Se recuerda el primer embarque de trigo desde Argentina al extranjero, fue el inicio del modelo agroexportador de don

Hoy es el «Día del Cerealista». Se recuerda el primer embarque de trigo desde Argentina al extranjero, fue el inicio del modelo agroexportador de donde vino aquello del “granero del mundo”.

Es un oficio silencioso, porque las instalaciones cerealeras están fuera de la ciudad, alejadas de la vorágine urbana, pero es un trabajo clave en la cadena alimenticia y en la generación de recursos para nuestro país, ya que la producción primaria nacional se vende a cada rincón del planeta  y de allí se obtienen –parte- de las divisas que hacen mover la rueda de la economía.

Trenque Lauquen, anclado en una de las zonas productivas más ricas del país tiene a varios “cerealistas” que trabajan aquí. Que todos los años renuevan campañas de cosechas, que cargan camiones que se embarcan con destinos exóticos, un circuito que se reitera año a año.

Alguien que sabe mucho de esta tradición es Néstor Ricardo Loza, que tiene 68 años de edad y unos 54 años vinculados al sector. Es que este hombre que hoy ya está jubilado, era lo que ahora denominados un pre adolescente con 14 años cuando comenzó a trabajar como “recibidor” en la vieja empresa “Bertenazgo y compañía”. El “recibidor” debía tomar una muestra de la bolsa de grano que quedaba luego sobre la mercadería stockeada para quienes venían a comprar.

Aunque era sólo un niño, su padre que era camionero de la empresa, le hizo de intermediario para que lo tomen. El “recibidor” anterior estaba a punto de retirarse, era un hombre mayor y por aquellos años era una tarea de estar de pie muchas horas. No había computadoras, las bolsas se apilaban en los galpones del Ferrocarril, no era una tarea sencilla.

Para ese puesto vacante dejó su Juan José Paso natal y se radicó en Trenque Lauquen. Bertenazgo y compañía era una empresa líder regional, aquí tenía una sucursal que ocupaba media cuadra de la calle Nueve de Julio y otra media de la Villegas. Es decir desde donde hoy está el hotel hasta las galerías comerciales de la calle principal.

Cuatro años después, cuando cumplió los 18 lo pusieron “en blanco” y pasó a formar parte de la empresa, recuerda hoy en diálogo con este diario.

“En esa época se descargaban las bolsas que llegaban en carros tirados por caballos, se llamaban chatas, yo era recibidor, sacaba la muestra. Se pesaban y se descargaban en el FFCC. La muestra que pinchaba con un calador quedaba arriba de una fila de 220 bolsas y le servía a quien lo compraba para ver qué producto estaba comprando”.

A los 14 empezó un derrotero de firmas agropecuarias que se resume así. La compañía Molinos Harinero Pehuajó alquiló las instalaciones de Bertanazgo y se quedó trabajando allí, luego pasó a la Federación Argentina de Cooperativas Agropecuarias, que cerró y pasó finalmente a Dinámica S.A. que fue una poderosa firma vinculada al ámbito del cereal.

La empresa también cerró y entonces escuchó consejos para abrir su propia empresa. “Me aconsejaron que me ponga solo, pero yo no tenía plata porque era empleado. Ser empleado con un buen sueldo te da una conformidad que te impide a veces asumir los riesgos, pero los mismos corredores y exportadores me dieron una mano y me inscribí en AFIP y empecé”.

Eso ocurrió en el año 2003. Atrás había quedado el fatídico 2001 y surgió el boom sojero tras la devaluación del peso y la salida de la convertibilidad. “Me animé, empecé solo y me fue bien. Tuvimos suerte que agarramos justo el momento de la soja y tuvimos muchos clientes”, dice.

Aunque está jubilado aún no se desvinculó de la empresa aunque sus hijos José y Federico trabajan junto a él.

Loza tiene un recorrido realizado y por eso es un agradecido y prefiere no tirar malas noticias “hoy la situación es muy variante y los mercados están muy inestables. Por su puesto que tenemos cosas que decir como el cambio de reglas por retenciones que es permanentemente o los paros de transporte o puertos; pero el rubro en general anda bien, tiene rentabilidad y sigue funcionando en este contexto pandémico donde muchas actividades se paralizaron y tienen muchas dificultades” aclaró y asume la famosa “empatía” y se pone en el lugar de los que perdieron mucho con la pandemia.

Es el cerealista de mayor edad y el de mayor trayectoria en la ciudad y cuando se le pregunta qué espera para lo que viene, responde que hace falta un poco de agua antes de la primavera para los cultivos.