El corazón de Nicolás Miramont se parte en dos mitades. Se define como artista plástico y bailarín. Es que estudió ambas carreras, es profesor de a
El corazón de Nicolás Miramont se parte en dos mitades. Se define como artista plástico y bailarín. Es que estudió ambas carreras, es profesor de artes plásticas y de danzas. Integró el ballet Brandsen en Buenos Aires y en materia de pintura no necesita mucha presentación, sólo mencionar que integra la generación dorada del muralismo contemporáneo de nuestro pueblo.
Aunque no es de aquí ni es de allá, Nincolás ya es un trenquelauquense más. Nació en Saladillo, estudió en La Plata, vivió en Barcelona, pero tras la pandemia se radicó aquí junto a su pareja la también artista trenquelauquense Salomé Hernaiz.
“Bailé desde muy chico por la invitación de unos familiares y también pinté pero de manera casual, cuando me fui a estudiar analizaba carreras sociales o plástica y finalmente me decidí por esta última pero no sabía pintar así que fui a muchas muestras y espectáculos para nutrirme de todo” cuenta hoy en una entrevista con FM Tiempo el artista local.
Bailó profesionalmente en el ballet Brandsen y dio clases de arte plástico y de baile. Ahora tiene una cátedra en la carrera de profesorado de teatro sobre manejo corporal. “Me defino como artista plástico y bailarín” sostiene.
Además de los monumentales y espectaculares murales que nos regala en las paredes de la ciudad, es un artista de caballete. Pinta en óleo, es su soporte preferido porque es el que le permite trabajar más la figura humana, pero también hace acuarelas y dibujos.
“Generalmente trabajo la figura humana en contacto con la naturaleza y con mucho color. Me gusta el tratamiento de la figura humana no realista y de cualquier manera”.
“Para mi las pinturas son como un reflejo, como un espejo de las personas. Hay pinturas de figuras humanas con aves y algunos se quedan mirando las aves, otros miran la técnica, nunca sabes. El arte en general es eso: reflejar tu sensibilidad en lo que estás viendo”.
Recientemente participó del encuentro muralístico con sede en el barrio Los Robles donde dejó una obra para contemplar. “Busqué la identificación barrial, los chicos jugando a la pelota en la calle, los perros en la calle y un plato con comida, porque había un comedor en ese lugar y tiene que ver con el trabajo comunitario y también con lo que pasa dentro de una casa, llegar de jugar y comer algo rico hecho por tu madre”.
En el final, habló sobre el proceso de entregar la obra, sobre todo cuando la misma fue pintada en el espacio público como los murales. “Soy más despojado, creo que cuando pasa el tiempo si alguien lo quiere reinterpretar y pintar está bien. El muralismo pertenece a la gente, a la calle, no es como una obra de caballete, entonces me gusta soltarla a los 2 años capaz ya no me gusta lo que hice. Está bueno que la gente reconoce el trabajo en Trenque Lauquen” dijo en el final y destacó la figura de Rodolfo Campodónico “su obra se ve y se valora en todo el mundo” y es la carta de presentación para Trenque Lauquen.